Diseñadoras boricuas apuestan a su potencial de exportación
Manhattan, Nueva York – Ir a un evento un viernes por la noche en Manhattan, específicamente entre Tribeca y Soho, zona conocida por sus edificios residenciales tipo loft, sus restaurantes frecuentados por celebridades y sus boutiques y tiendas de moda, donde el flujo turístico suele ser más bullicioso, puede ser una aventura emocionante y caótica.
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Empero, hace unos días, un centenar de personas se reunió en el espacio de eventos M/, de la práctica de diseño Marvel Designs, para participar de una pasarela comercial como pocas: un “desfile” de cosméticos, moda femenina y masculina, zapatos y hasta muebles (o artículos de cocina) creados y fabricados por diseñadoras boricuas.
El evento tipo pop-up fue organizado por el colectivo puertorriqueño Modo Consciente y fue parte de la agenda del festival que cada año celebra la NYCxDESIGN, una organización sin fines de lucro que apoya a la comunidad de diseño de la ciudad de Nueva York.
Fue la primera vez que el colectivo de diseñadoras, que nació como respuesta a los efectos de la pandemia del COVID-19, se presentó fuera de la isla.
Modo Consciente está compuesto por las marcas Aida, Concalma, Isleñas, Marimu, Materia Madura, Muns, Sally Torres Vega, Sauca Botanicals, Selenia y Yayi. En esta ocasión, las marcas Luiny y Esther se unieron al pop-up, un evento comercial que se caracteriza porque los diseñadores despliegan sus productos montando una especie de “tienda” o lo que sería un booth en una feria comercial o trade show.
Estrategia y visión en conjunto
Pero más allá de ser un grupo de 10 marcas puertorriqueñas, con tiendas físicas y en línea, y que ha unido fuerzas para dar a conocer sus productos, Modo Consciente es un colectivo que, desde el inicio, ha estado comprometido en diversificar la economía creativa y el diseño sostenible, en desarrollar productos con prácticas de manufactura menos intensas y pensados, desde el inicio, para la exportación.
“No sabíamos qué hacer”, dijo la creadora de la marca Concalma, Matilsha Marxuach. “Pero sabíamos que si nos apoyábamos algo bueno pasaría”, agregó la empresaria, cuya línea de bolsos y carteras salió al mercado en el 2006. “Era la necesidad del momento”, dijo por su parte, Sally Torres Vega, creadora de la marca del mismo nombre y quien lleva más de 15 años en la industria de la aguja en la isla.
“Somos colegas de práctica de diseño en Puerto Rico y dijimos como que mira, la cosa está difícil, ¿verdad?”, narró.
“El comercio minorista no es una industria simple y es muy competitivo”, dijo Marxuach. “No hay forma de tener comercio justo sin calidad. Y también amor por la enseñanza, (por contribuir a) seguir trazando un camino para el diseño en Puerto Rico, porque todos somos fundadores de nuestras marcas”, sostuvo Marxuach.
Explicó que no solo en Puerto Rico, sino también a nivel global, se está dando prioridad a iniciativas colectivas, en especial, si se trata de marcas de emprendimiento.
“El factor isla nos aísla bastante. Entonces, si cada uno se sigue aislando, pues los esfuerzos se dilatan más”, añadió Torres Vega, al reconocer que el potencial de crecimiento de sus empresas está en la exportación.
Yazmín Pérez cofundó Modo Consciente por la necesidad de vender su producto en un momento en el que no existía un mercado específico.
La creadora de la marca Yayi destacó que la confección a mano y la manufactura local siguiendo técnicas de sastrería son importantes aspectos de su misión empresarial. “En aquel momento había solamente dos tiendas en el área metro que vendían cosas similares a lo nuestro”, dijo Pérez al señalar que la calidad, el lugar de manufactura, la idea del producto y hasta el precio son algunos de los factores que deben alinearse con los valores de Modo Consciente.
Pérez dijo que, para su marca, uno de los factores más importantes es poder manufacturar en Puerto Rico. “Yo trabajo con costureras que trabajan desde su casa y producimos en pocas cantidades”.
El reto de fabricar en la isla
Para Paola Muns & Bianca Muns, creadoras de MUNS en el 2015, Modo Consciente les ha ayudado a continuar creciendo y llevar un mensaje de consumo donde se produce un producto con valor y misión.
Según Bianca, la empresa de accesorios y ropa femenina, con una tienda física en el Viejo San Juan, tiene como misión “crear cosas con un propósito”. En su caso, se trata de crear productos que puedan pasarse “de generación en generación”.
Según Paola Muns, una meta de la marca es poder vender desde Puerto Rico a minoristas fuera de la isla, pero reconocieron que la manufactura en la isla es costosa.
Por eso, las piezas de ropa se producen en Colombia, manteniendo así la confección y la calidad consistentes.
La industria de la aguja en Puerto Rico tuvo un rol significativo en la historia económica y cultural de la isla. Experimentó un crecimiento notable, especialmente durante las décadas de 1940 y 1950, con la creación de fábricas y la introducción de máquinas de coser modernas o espacios de taller, comparado con la confección desde la casa. La industria se convirtió en una importante fuente de empleo, especialmente para las mujeres.
Sin embargo, la competencia de mercados laborales más baratos en Asia y América Latina impactó negativamente a la industria en Puerto Rico, mientras se afianzaban en la isla otros procesos industriales como aquellos vinculados al sector farmacéutico. “La industria de la aguja en Puerto Rico es una industria que va decreciendo”, dijo Torres Vega. “Está a punto de desaparecer cada vez más”. Añadió que uno de los mayores retos es la manufactura en Puerto Rico.
La lucha por la materia prima
El movimiento de productos limpios y marcas sostenibles en Puerto Rico ha ganado fuerza en tiempo reciente, impulsado por un creciente interés en la sostenibilidad y el consumo consciente. El movimiento busca promover prácticas de producción y consumo que minimicen el impacto ambiental y fomenten el desarrollo económico sostenible local.
Según Torres Vega, también profesora de moda circular y prácticas sostenibles en la Universidad de Sagrado Corazón, en Santurce, algunas prácticas sostenibles incluyen el diseño bajo cápsulas o colecciones limitadas, y no bajo temporadas como el calendario tradicional de la industria de la moda, el uso de fibras o textiles ecoamigables, entre otros.
La empresaria indicó que, para combatir el tema de costos, muchos diseñadores importan la materia prima de otro país, pero manufacturan en la isla.
“Trato de buscar la manera de lograr que la manufactura se quede en Puerto Rico, ajustándome y encontrando costureras están dispuestas a colaborar, patronistas. Poco a poco, voy haciendo la cadena para poder hacer ese ciclo de manufactura y poder vender en la isla, pero también vendo fuera”, dijo Torres Vega, haciendo énfasis en la calidad, pues es el elemento que “da longevidad al producto”.
En Materia Madura, la materia prima no necesariamente está allende los mares sino en lo que otros descartan.
Según Ana Cristina Quiñones, su proyecto es un contrapeso al problema global de manejo de desperdicios sólidos y su poder transformador radica en poder comercializarlo.
En 2012, Quiñones empezó a crear un material innovador a partir de residuos de plátano y café. Tras años de investigación y diseño, lo estableció en 2015 como Materia Madura y cinco años más tarde como una marca y un negocio. La empresa produce desde juegos de dóminos, muebles, envases para la cocina y tiestos para el jardín hasta lámparas con desechos.
“Creemos que los desechos son un recurso, y nuestra innovación no radica necesariamente en los productos que diseñamos, sino más bien en los materiales que desarrollamos”, dijo Quiñones al reconocer que no es hasta que la gente ve productos tangibles y funcionales que se entiende que fabricar con prácticas sostenibles es factible.
“Una meta mía siempre ha sido cómo automatizamos y sistematizamos esto, porque así es que hacemos el negocio escalable y también sustentable”, dijo Quiñones.
Insertarse en la corriente global
Regina Bultrón Bengoa y Karla López Rivera, fundadoras de Selenia Beauty e Isleñas, respectivamente, y parte de Modo Consciente, comparten historias paralelas: ambas marcas nacieron en Nueva York.
Fundada en 2018, en Brooklyn, Selenia Beauty es la primera línea independiente de cuidado de uñas vegana, no tóxica y libre de crueldad animal, hecha en San Juan.
Regresó a Puerto Rico por eventos personales, pero no dejó el entusiasmo por crear una marca de cosméticos sostenible. En su caso, el interés por productos veganos coincide con movimientos globales de sostenibilidad, lo que permite apelar a una audiencia más grande.
“Las personas están buscando alternativas a producto de cuidar las uñas que no requieran someterse a procesos altamente tóxicos”, dijo Bultrón Bengoa, quien figuró entre las ganadoras de EnterPrize, la competencia de Grupo Guayacán. El premio le ha permitido adquirir materia prima en mayores cantidades para incrementar la producción y vender al por menor.
Por su parte, Isleñas, que formó parte de la aceleradora pre18, busca aplicar prácticas sostenibles dentro del contexto de diseño histórico de Puerto Rico. De aquí que uno de sus prototipos en el 2019, fueron espadriles o alpargatas, el calzado que se hace con suela de esparto y que se ajusta con cintas atadas en las piernas. Ahora, fabrica calzado diverso para mujeres, hombres y chiquitines.
López Rivera -quien antes diseñó para la marca de calzado Toms, conocida por su enfoque filantrópico- explicó que produce sus diseños en Puerto Rico y Colombia, tanto por la cercanía con la isla como por la infraestructura disponible en el país suramericano.
Manufacturar en Colombia permite tener un producto de calidad a menos volumen y siguiendo los valores éticos de la marca, dijo López Rivera, quien comenzó su proyecto apoyándose en programas sin fines de lucro que utilizan las destrezas en costura como una herramienta de empoderamiento y con un programa de train-to-hire para reclutar personas.
Clave el apoyo de las aceleradoras
Según López Rivera, si su proyecto y el de otras diseñadoras emprendedoras han cobrado forma, se debe, precisamente, a los programas de aceleración empresarial que están disponibles, pero que lamentó, son pocos.
“Nosotros soñamos no solamente con depender de estos eventos (de venta colectiva), (sino con) la idea de poder ser sustentable a largo plazo. Y todo eso cuesta”, dijo por su parte, Bultrón Bengoa, refiriéndose al rol que Grupo Guayacán y Causa Local, una organización de fomento al emprendimiento de reciente creación.
Ambas empresarias aseguran que diseñan y fabrican sus productos considerando la retroalimentación que reciben de sus clientes.
Con un enfoque en piezas vintage y en revivir textiles olvidados, Maru Aldea -fundadora de la marca Aida– destacó que su visión va de la mano de la producción responsable.
Aldea se encarga de diseñar piezas de ropa con telas y recursos, que ya existen, y que rescata y rehabilita.
“El enfoque también es en fibras naturales, en la calidad, en la educación al consumidor de qué es lo que está bien hecho, qué no está bien hecho, qué diseño para te dure mucho tiempo en tu clóset. No solamente lo que hacemos, sino nuestros negocios son educativos a la vez que venden”, dijo Aldea.
Aldea reconoce que encontrar mano de obra con la capacidad de confeccionar piezas para poder escalar los negocios es un escollo, en especial, porque muchas de las piezas de su colección son productos especializados.
“Tengo que tratar de hacerlo todo en Puerto Rico, porque cada tela dicta el diseño y es muy difícil dirigir un equipo a gran escala”, sostuvo.
“Me encantaría que en Puerto Rico se celebre y se apoye más al diseñador de un standpoint de manufactura”, dijo Aldea. “Me encanta que, si yo lo hago en Puerto Rico, pues el dinero se queda en manos puertorriqueñas y circula. Queremos poder crecer para poder llegar a otros mercados, creo que nos afectaría positivamente poder tener los recursos en la isla que nos ayuden a crecer para poder exportar”, añadió.
“Entender la importancia de inyectar capital a los pequeños y medianos negocios para que puedan exportar y conectar con la diáspora y con clientes que están fuera de Puerto Rico, eso es esencial”, dijo Ana María Cintrón, fundadora y directora ejecutiva de Causa Local, una organización sin fines de lucro que brinda acceso al capital, educación financiera y apoyo empresarial a comunidades e individuos de bajos ingresos. También dijo que esta conexión ayuda a expandir a estos negocios a diversificar.
Según Cintrón, Causa Local no ofrece becas a emprendedores más si dan acceso a capital y aumentan la salud financiera de los participantes.
El proyecto se creó hace cinco años y, aunque está dirigido a emprendedores de cualquier género, Cintrón destaca que de los 5,000 empresarios que han apoyado, el 70% son mujeres puertorriqueñas dueñas de negocios. Un 50% de los negocios participantes provienen del área norte de Puerto Rico. La organización sin fines de lucro ha tenido un impacto económico de $5 millones, de acuerdo con su página web.