Es difícil resistirse a un cafecito caliente, espumoso, fragante y servido en el momento perfecto.
Los amantes del café lo entenderán. Por eso, podríamos pensar que dedicarse a servir café es
un negocio con el éxito asegurado. Sin embargo, no necesariamente es así. Rebecca Atienza y
Gabriela Fernández de Hacienda San Pedro lo saben, pero tuvieron que pasar por grandes
retos para comprenderlo. “A veces, nos dejamos llevar por el corre y corre del día a día y no
miramos más allá. Pero con los talleres y los mentores de Guayacán pudimos ver todas las
posibilidades de crecimiento”.
Desarrollar la capacidad para realmente ver las distintas opciones es resultado de una
evolución que Rebecca atribuye a la educación empresarial. Lo afirma la empresaria de la
marca cuyos coffee shops se han convertido en uno de los grandes favoritos de los amantes
del café, principalmente en la zona metropolitana. Hacienda San Pedro y sus coffee shops han
visto un crecimiento significativo en los últimos años. Sin embargo, el aromático café que
ofrecen y que atrae a miles de personas tiene una historia que se remonta al siglo XIX, cuando
el entonces adolescente español Emeterio Atienza llegó a la isla. Por su astucia y arduo
trabajo, se convirtió en capataz de una de las más prestigiosas haciendas de café en Puerto
Rico. En 1931, compró su propia finca en el barrio Coabey en Jayuya, la cual bautizó como
Hacienda San Pedro. Hoy, su descendiente, Roberto Atienza, honra el legado de cuatro
generaciones dedicadas al café, que todavía se recoge a mano y se elabora con el mismo
cuidado que lo hacía el patriarca Emeterio.
Hacienda San Pedro ofrece tradición y calidad, pero en el mundo empresarial, no es suficiente.
Por esa razón, Guayacán lleva 25 años ofreciendo educación empresarial para que los
emprendedores como Rebecca vean lo que necesitan para desarrollar una propuesta de valor
sostenible y ejecutable. “El programa ayuda a empresas como la nuestra a mirar otras
posibilidades y ayuda a que entendamos nuestro negocio desde otra perspectiva”, comenta
Rebecca. Desde su experiencia, la empresaria cuenta que un dueño de negocio puede estar
tan involucrado en su proyecto, que se le dificulta ver más allá de la idea que concibió para su
empresa. Dicho de otra forma, a veces es más difícil ver lo que tenemos frente a nuestros ojos.
Atienza reconoce que unirse a la comunidad empresarial a través del Guayacán Venture
Accelerator (GVA) es otro aspecto que ha sido determinante para impulsar su desarrollo. “Es
súper importante conectar con empresarios porque conoces mucha gente y de ahí puedes
partir a nuevos proyectos e impulsar planes para expandir”, asegura la empresaria. No
obstante, ha habido retos. Por los pasados meses, Hacienda San Pedro ha tenido que batallar
para mantenerse a flote en medio de la crisis suscitada por la pandemia de COVID-19. Sin
embargo, Rebecca explica sonriente que “la gente puede cortar gastos en muchas cosas, pero
eso no. El cafecito de la mañana es difícil dejarlo y por eso, la gente nos sigue buscando”. Pero
no se debe meramente a que sirven café. En el camino han aprendido a reconocer los valores
de su negocio, y trazaron una ruta para maximizar su potencial.
Ahora buscan consolidar su lugar en el mercado y dan forma al proyecto que gestaron cuando
participaron del GVA. “Uno de los proyectos que presentamos fue hacer la torrefacción en un
espacio nuevo y estamos identificando el lugar donde vamos a impulsar ese proyecto”, cuenta
la empresaria entusiasmada. Aún cuando Hacienda San Pedro terminó sus talleres
empresariales, Guayacán sigue de cerca el desarrollo de sus metas y les ofrece mentoría en
aspectos puntuales. Rebecca está convencida de que hay que ayudar a que Guayacán pueda
seguir cumpliendo esa misión que da oportunidades a cientos de empresarios, que de otro
modo se quedan a medio camino.